LA FUERZA DE VOLUNTAD

El ser humano es el único capaz de dominar y controlar sus pensamientos, instintos y acciones.  Ello lo posiciona como un ser “racional” con amplios privilegios para desarrollar trabajos e interactuar con otras personas y también con el medio. En este sentido, no dejarse arrastrar por las emociones es fundamental. Uno de los pilares fundamentales de la educación es precisamente “Aprender a ser” su enseñanza estimula la autonomía, voluntad, Juicio y responsabilidad. La fuerza que mencionamos se construye desde la infancia, se pule en la adolescencia y se perfecciona en la adultez; se resume en un proceso de dirección altamente emotivo hacia una meta u objetivo, impulsado por energías internas.

La voluntad se relaciona íntimamente con la libertad en la elección y consolidación de hábitos materiales y de pensamiento, los cuales provocan cambios que favorecen ser mejores personas. Como podemos ver, desde la voluntad es que se decide; cuando interactúa la motivación (impulso personal) con la decisión consciente de llevar a cabo el deseo (voluntad) desencadena una acción, siendo el momento cuando las emociones “encajan”, propiciando la apertura de puertas y nuevas oportunidades.

Cuando concebimos y pensamos todas los objetivos que se desean alcanzar deben establecerse plazos o términos, de tal manera que haya una definición por medio de una línea de tiempo. Aplicar esta estrategia nos compromete y nos vincula con la realización de lo planeado, ya que nos comprometemos con plazos. Otra acción que estimula nuestra fuerza de voluntad es Practicar Hábitos, de tal manera que sea repetitivo, hasta convertir un acto en rutinario y que se constituya en combustible en la ruta deseada.

Es valioso agregar que las metas grandes se alcanzan cuando nos trazamos y alcanzamos desafíos cortos o pequeños, los cuales van evolucionando de manera proporcional a la constancia y la disciplina que aplicamos diariamente.

Cabe destacar el valor de crear un estímulo protagónico, es decir una recompensa; cuya existencia se justifica plenamente, sobre todo cuando se analiza que el camino para llegar al objetivo puede ser no solo largo, sino extenuante; por lo cual se hace necesario provocar una motivación que desencadene mayor energía. Ello quiere decir que brindarnos estímulos es gratificante y necesario, de ahí que se recomiende que practiquemos premios que nos impulsen a no detenernos.

Para finalizar hay algo que viene a ser como “oro puro” y es la autoconfianza. La autoestima es un factor de carácter afectivo que influye directamente en la Fuerza de Voluntad ya que se refiere a como nos sentimos con nosotros mismos y los posibles efectos que propicien tomar decisiones.  Creer en nosotros mismos genera seguridad, valoración y nos empodera, no existe un mejor aliado que uno mismo, para caminar con seguridad por el mundo y actuando con fe.