SÍNDROME DEL ABURRIMIENTO CRÓNICO

En los últimos años se ha notado un creciente número de jóvenes, a quienes todo les parece aburrido. Si se les invita para asistir a una conferencia “¡qué aburrido!”; que lean un libro: “¡qué aburrido!”; que asistan a un evento académico: “¡qué aburrido!”; que asistan a clases: “¡qué aburrido!”; que vayan a una excursión a un lugar: “¡qué aburrido!”; que vea el cielo, las estrellas, las plantas, las montañas: “¡qué aburrido!” y así repetitivamente todas las sugerencias de los padres o de los maestros para que se interesen en algo, se encuentran con una respuesta automática en fracción de segundos: “¡qué aburrido!”. Si fuesen casos aislados, no preocuparía, pero se está dando con abundante frecuencia. Los padres o catedráticos ya no saben si lo próximo a tener en el hogar o en las aulas son payasos o encargados de efectos especiales, con acompañamiento de música, cheerleaders, acróbatas o algún comediante que cuente chistes para que no se aburran.

En el fondo hay algo más. El síndrome de Aburrimiento Crónico (SAC) es el resultado de una gradual saturación sensorial de la sociedad moderna, que con una sobre estimulación en los sentidos ha llegado a bloquear la capacidad de asombro de las personas. Por ejemplo: la comida chatarra es más atractiva por su presentación artificial que la comida tradicional hecha en casa; una persona normal ya no es atractiva si no se parece a la gente “bonita” de las revistas o las novelas; un evento religioso que no tenga acompañamiento musical y bailes es “aburrido” o, un curso fácilmente es tildado de “aburrido” si el catedrático es exigente

Las personas que sufren el SAC pueden intentar aliviar el malestar que produce el tedio con la búsqueda de emociones cada vez más fuertes. Se empieza con el alcohol, estimulantes, deportes extremos, velocidad, peleas de perros, boxeo, entre otros.  

La gran industria del entretenimiento, el cine y la música, es un indicador de este problema humano.

El SAC se convierte en agudo cuando la adicción por las emociones fuertes, drogas, sexo o diversión llega a alterar los patrones normales de vida, en el cuidado de la salud, la vida productiva, la violación de las normas legales, el abandono de la educación y un marcado deterioro de las relaciones emocionales.  Debe comprenderse que algunas veces se tenga un auténtico aburrimiento, que es superado con juegos, diversión o cambio de actividad. Pero si es repetitivo puede derivar en un aburrimiento de vida que lleva a la muerte.

Para unos ya no hay nada de qué asombrarse, creen que la ciencia y la tecnología lo han resuelto todo. El guatemalteco promedio suele aburrirse fácilmente, refugiándose en el fútbol o el licor; la familia le aburre, el futbol le aburre, el trabajo le aburre; bajo estas condiciones es difícil salir del estado en el que estamos. Diferentes son las culturas asiáticas donde el estudio y el trabajo se toman con entusiasmo. Es grave el descuido en el seno familiar y en la sensibilización de los jóvenes al aprecio de los valores auténticos, fomentando su práctica cotidiana.

Desde el frente de un aula, el docente ve con tristeza cómo algunos alumnos pierden fácilmente el interés hacia los contenidos educativos y cómo no responden a estímulos que pretenden elevar el rendimiento y el aprovechamiento escolar, criticando los temas curriculares como “aburridos”, ya que no responden a su disminuida capacidad de asombro.