LA PARTE EMOTIVA DEL SER HUMANO
Las emociones humanas pueden definirse como la reacción subjetiva a estímulos de carácter experiencial determinados por factores físicos y externos. Según la Asociación Americana de Psicología las emociones son la base de la motivación humana, siendo el rostro de la persona regularmente el medio más visible de expresión. Podemos afirmar entonces que las emociones son reacciones psicofisiológicas que pueden alterar la atención y la conducta del ser humano.
Los sentimientos son el resultado de las emociones, siendo más duraderos en el tiempo; inclusive pueden ser verbalizados a través de palabras. Fisiológicamente las emociones se organizan por medio del sistema endócrino, liberando neurotransmisores y hormonas que se integran al complejo proceso de metabolización interna.
Las emociones se experimentan constantemente en diferentes intensidades y nos acompañan desde nuestro nacimiento hasta la muerte. Uno de los escenarios donde deben orientarse a los niños y adolescentes a identificar, legitimar y gestionar las inquietudes, temores, alegrías y sensaciones es la familia.
“La madurez se logra cuando una persona pospone placeres inmediatos por valores a largo plazo” (Joshua L. Liebman); esta no se alcanza necesariamente a determinada edad, expertos en neuro ciencia cognitiva señalan la necesidad de nuestro cerebro de enriquecerlo con aprendizajes e interacciones continuas, aprovechando de la plasticidad del principal órgano que rige nuestras actividades vitales
Hoy en día las nuevas generaciones disponen de una cantidad enorme de información, datos y estímulos que aprovechadas coherente y metodológicamente construyen competencias integrales que son requeridas por los centros laborales. Sin embargo, no basta con llenar sus mentes de hechos, cifras y conocimientos pasivos, sino se entrena su cerebro en la habilidad más importante, denominándosele como: “Inteligencia emocional”, que se traduce en una serie de hábitos y estrategias que logren capitalizar y entender, entre otras cosas, lo siguiente:
- Asumir y aprender de los errores que se cometen (por supuesto que lo ideal es evitarlos)
- No temer a los cambios, ya que estos traen nuevos aprendizajes.
- Como personas no somos el centro del universo, formamos parte de un todo, en el cual nuestra presencia es importante y esencial.
- Respetar los demás como nos respetamos a nosotros mismos. (eso incluye la naturaleza) practicar una útil empatía, entender y comprender a los demás y demostrarlo con acciones claras y diarias.
- Aceptar que a veces se pierde y tener la capacidad de no rendirse.
- No debe centrarse en las quejas o lo negativo, Si algo que incomoda o no agrada, tiene que disponer del valor de cambiarlo o aceptarlo.
- No es más maduro el que más años tiene, sino el que más ha aprendido.
Cabe destacar que los niños que han sido entrenados en inteligencia emocional tienen mejor autoestima, son más resilientes y sociables, disponen de una mejor capacidad en la resolución de conflictos. Finalmente; entrenar a las emociones no es una tarea fácil por cuanto implica administrar un autoconocimiento, gestión de estrés y practicar el optimismo.