EDUCANDO EN POSITIVO

La educación innata es la que se recibe y se asimila proveniente del hogar, consecuentemente, es importante proveer de consejos y orientaciones a los padres y encargados de los estudiantes a efecto que dispongan de herramientas que permitan cimentar una educación sobre valores y virtudes humanas. Para nadie es un secreto que educar es una ciencia y un arte, la cual demanda cambios constantes, ya que las generaciones van trasformando su apreciación. La sociedad actual difiere de la que nuestros padres vivieron y será aún más diferente de la que vivan nuestros hijos siendo ya adultos.

Estamos siendo testigos de un cambio acelerado como no se había dado en ninguna época en la historia de la humanidad.

Se pueden distinguir dos razones sociales que avalan la anterior afirmación:

  1. Cada vez más se evidencia la ausencia de los padres en la dinámica familiar, ello derivado de los compromisos laborales y la necesidad de incrementar el ingreso económico al presupuesto familiar.
  2. El crecimiento e influencia de los medios de comunicación en la formación de la niñez y juventud es cada vez más grande, obligando a que exista un control sobre la calidad y pertinencia de la información que se recibe.

 

Todos estamos conscientes que desarrollamos el papel de padres y líderes en la familia, no porque hayamos cursado algún estudio o carrera que nos acredite como tales, sino porque la vida ha permitido que así sucediera.

Quizá Fuimos criados de una forma tradicional, la cual podría considerarse como arcaica u obsoleta según la apreciación.

Debemos abandonar ciertas conductas y acciones que no estimulan el cambio de actitud en nuestros hijos y en la juventud en general; por ejemplo:

  • Cada vez que decimos: “No hagas”, “no digas”, “no seas” …
  • Cada vez que se grita.
  • Cuando se amenaza para imponer un castigo.
  • Cuando los hijos se ponen a la defensiva.
  • Cuando se dice algo y él o ella están enfadados.
  • Cuando se habla con enfado.

 

Se educa en positivo:

  • Cuando se reconocen las acciones bien hechas.
  • Cuando se potencian sus puntos fuertes.
  • Cuando fomentamos la autoestima de los niños y jóvenes.
  • Cuando les motivamos a actuar bien.
  • Cuando equilibramos el amor y rigor.
  • Cuando nos esforzamos por dar un buen ejemplo.

 

La educación familiar está en crisis y es urgente que se brinde tiempo de calidad a la niñez y juventud. Debemos actuar acertadamente, fomentando la práctica de virtudes que engrandezcan al ser humano. Evitemos emplear la “negación” como un medio que prohíba determinadas acciones u omisiones. Acostumbremos a realizar acciones que permitan ser la ruta que sigan nuestros hijos y actuar en sintonía con nuestro pensamiento.