LOS VALORES CÍVICOS

La visión humanista de la educación nos conduce a entender que vivimos tiempos turbulentos en donde la dignidad y los derechos humanos han sido menoscabados por la inequidad, intolerancia y el fanatismo; por ello es urgente y necesario volver a la reflexión sobre la incidencia del proceso formativo en los modelos de conducta personal y social. El mundo está cambiando y la educación debe cambiar también.

Las sociedades de todo el planeta experimentan profundas transformaciones y ello exige nuevas formas de educación que fomenten las competencias que las sociedades y las economías necesitan. Esto significa ir más allá de la alfabetización o la adquisición de competencias aritméticas básicas, centrarse en los entornos de aprendizaje y en nuevos enfoques que propicien una mayor justicia, equidad social y solidaridad mundial.

La educación debe servir para aprender a vivir en un planeta bajo presión, así como también consistir en la adquisición de competencias básicas en materia de cultura, sobre la base del respeto y la igual dignidad, contribuyendo a forjar las dimensiones sociales, económicas y medioambientales del desarrollo sostenible.

El sistema educativo aparentemente está formando personas con conocimientos, sin embargo, se cuestiona ¿qué pasa con los otros aspectos?, muestra de ello es la violencia, descortesía, contaminación, corrupción; todos estos aspectos evidencian que hay falencias en la formación de valores y actitudes.

En el año 2001 la UNESCO determinó a través de la Conferencia Internacional “La educación encierra un tesoro”, los 4 principios o pilares educativos, sobresaliendo en los mismos: APRENDER A SER Y APRENDER A CONVIVIR, siendo la ruta que permite advertir la importancia de las competencias orientadas al equilibrio personal, la responsabilidad y la capacidad de entendimiento hacia los demás.

El propósito de la educación en valores es afirmar y difundir los valores personales, sociales, cívicos, éticos, espirituales, culturales y ecológicos. Con ello se pretende sentar las bases para el desarrollo de las formas de pensamiento, actitudes y comportamientos orientados a una convivencia armónica en el marco de la diversidad sociocultural, los Derechos Humanos, la cultura de paz y el desarrollo sostenible.

Una de las áreas claves que fortalece el ejercicio de una cultura de paz, es el área de formación ciudadana, en ella se promueve que los estudiantes participen en la construcción de una sociedad justa, progresista y solidaria, en la que las personas encuentren satisfacción a sus necesidades materiales y espirituales.

Cada ciudadano, desde su particular rol de desempeño ejercita el patriotismo, engrandeciendo con ello nuestra nación; así, por ejemplo: el campesino, que con sus manos callosas abona con fuerza la tierra para sembrar; la mujer tejedora, que puntada tras puntada va tejiendo un mejor futuro o, el niño, que con su buena actitud y deseo de superación obedece a sus padres y estudia con ahínco.

El verdadero patriotismo, está más allá de la teoría y se materializa cuando por ejemplo: dos personas con pensamientos opuestos propician el diálogo, se sientan a negociar y razonar sus diferencias, o en el gesto sublime de dar el lugar a una Sra. Embarazada, en la voluntad de ayudar a cruzar la calle a un anciano o una persona con discapacidad.

Plantar un árbol, respetar el turno en la fila, solidarizarse con el damnificado, hablar de lo bueno que pasa en el país, denunciar cualquier ilegalidad, cuidar el medio ambiente, tratar con dignidad a las personas, respetar sus diferencias sociales, culturales, ideológicas, religiosas y políticas; todas ellas son formas de hacer patria

El patriotismo, civismo o la verdadera ciudadanía se manifiestan en los valores transmitidos, como: el trabajo, los modales, la ética, la justicia y la rectitud. También en conocer la historia, el rico acervo cultural de Guatemala y su maravillosa geografía. Acatar las normas legales y defender los principios constitucionales, respetar y practicar los derechos humanos también es Civismo.

Cuando ejercitemos estos conceptos desde los niveles personales, familiares, institucionales, empresariales y sociales, estaremos en la ruta correcta que conduce al desarrollo y al bien común, fortaleciéndose el estado de derecho y la cultura de paz.